miércoles, 11 de septiembre de 2019

La secundaria Ignacio de la Llave. Cincuentenario




REFLEXIONES

Héctor Hernández Parra

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Casi sin percibirlo nuestra querida escuela secundaria federal cuya clave ES 361-28, aún sin nombre, posteriormente le impusieron el nombre del Ex gobernador del Estado de Veracruz, la querida escuela  nos recibió siendo apenas unos niños, unas niñas, todos recién salidos de  la educación primaria. En aquel edificio inmenso precisamente a la salida de Coatepec, junto al Gimnasio Coatepec, construido durante el periodo del ex gobernador Fernando López Arias.

Nuestros uniformes,  cada año escolar para ellas serían rosa, azul o guinda  dependiendo del grado, para los varones el tradicional caqui, cabello recortado, orejas descubiertas, sin pelo largo, sin coletas, varonil presencia.

Dicen que las amistades entrañables son aquellas que se concretan en las aulas, evocamos las sillas color gris con paleta de madera o de aglomerado. Tomamos posesión de nuestros salones, nuestras sillas representaron  una compañía material de nuestra evolución escolar,  incontenible  la tentación de marcarla con nuestras iniciales, con un garabato, con un monigote que la identificara de las otras.La primera tarea asear el aula, adquirir la tarima para entronizar a nuestros maestros, el mantelito, el florero para el escritorio.

¿Cómo vencer nuestra timidez?, descubrir nuestros primeros sentimientos de quienes llegaron para quedarse en nuestros recuerdos, a participar en nuestras vidas, de iniciar la hermosa aventura de enamorarnos en secreto,  de forma modesta, pequeña, casi imperceptible. Los cambios físicos, nuestras gargantas nos indicaban que la niñez quedaba atrás.

Algunos encontraron el cariño por los deportes, futbol, el básquet, en el dibujo, el ajedrez, otros los menos nos refugiamos en algún instrumento musical, la guitarra en mi caso me dio la seguridad de que al menos en actividades artísticas tendría el diez asegurado, el maestro Enrique Suárez fue un atento instructor de guitarra algunos años antes de concluir mis estudios en la escuela primaria combiné las  actividades integrado al   coro infantil de la parroquia de San Jerónimo ,el maestro me  invitó a tocar con mandolinas y guitarras en el experimento musical que rivalizaba las “misas de Juventud” sabatinas, donde los jóvenes mayores musicalizaron la liturgia sabatina   pensada en motivación para llevar a los jóvenes al templo, “el Mariote Salomón”, en la batería; Mario Alarcón “el Xalapa” en el bajo; Ismael Hernández Palacios  o Gabriel Ceballos en la guitarra eléctrica, Carlos Francisco Hernández López  y  Enrique Piña Montiel.

Nuestros maestros, solo algunos Elsa María Enríquez, nuestra asesora, el profe Julián Varela González, don Ángel Salgado García, don Refugio Hernández Capulín, Rubén Romero Bautista, Roberto Salazar Molina, Jorge Munive quien siempre nos motivó a exponer temas de Biología frente a grupo, Marcela Quezada, José  Pérez Gómez inolvidable por su conducta impropia de ridiculizar a las compañeras frente al grupo,  Mario Figueroa Blanco, Estelita Morales, Ana María González Cortés, Julia Sánchez Libreros, Gladys Hernández, Silvia Granillo, David Jiménez Isidro, Armando Peralta, Clara Soto Campos, Jorge Larruz y sus eternos lentes oscuros, el orientador Ángel  Lozano , la hermosa maestra Nobella Reyes Becerra, sus clases de Historia Universal, sus minifaldas y su manera en comprender nuestras inquietudes, temas de familia, de política, de sexualidad, el maestro Jaime Torres Arenas su pasión por el futbol y aquel viaje a Teotihuacán y la grata experiencia de conocer el Estadio Azteca, el hermoso hábito de la lectura se lo debemos a Ricardo García Quitano y sus conocimientos respecto a la lengua española y Literatura, la maestra Rosa Eugenia Hernández Pozos fue el juez más severo con el que me enfrenté dentro y fuera del aula,  me transmitió la obsesión por los libros, la búsqueda de la perfección, de enfrentar las adversidades, de ser crítico y analítico en  todo y con todos.

Los intendentes “Don Chera”, don Juan, Alvarito y Eusebio serán recordados, así como al personal secretarial quienes registraron nuestra historia escolar. El primer prefecto  Rafael Márquez Montero, siempre hostil y amargado una presencia diabólica y sádica, con sus actitudes comenzábamos a distinguir el significado de la indignación ante la injusticia escolar.

Nuestra querida secundaria cumple cinco décadas, a la distancia, las experiencias, las travesuras, los conocimientos, nuestras fotos, son parte entrañable de nuestra formación, una generación de chamacos, adolescentes que en estos días festejarán a su modo el orgullo de contar con la fortuna de una formación aprovechando los esfuerzos de nuestros padres, de nuestros familiares por darnos educación, haciendo un recuento recibimos muchísimo más de lo que esperábamos. Nuestro recuerdo por aquellos que se nos han adelantado, seguramente a preparar nuestra llegada.

No podía contenerme de comentar algunos momentos, hoy simples evocaciones en el tiempo.
Correo electrónico hectorhernandezparra77@gmail.com

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