lunes, 6 de enero de 2020

Zumárraga - Tlaltepactli



Por Gregorio Jácome Moreno

Me llaman la atención los personajes por antonomasia contradictorios. Los hay muchos en la historia de México, desde los remotos inicios cuando se hablaba de la Nueva España hasta la época actual.

En aquellos años iniciales posteriores a la Conquista apareció el primero de ellos: Fray Juan de Zumárraga. Llegó a América ya sesentón con el cargo de primer Obispo de la Diócesis como propuesta del Rey Carlos I, con el único mérito conocido de haber perseguido eficazmente a brujas y hechiceras en su natal provincia de Vizcaya.

Zumárraga ocupo su puesto en 1528 y desde el primer momento se tomó demasiado en serio lo de ser el propagador de la fe católica en una tierra de “idolatras”.

En principio propició los bautismos colectivos de indígenas cambiando su nombre autóctono por el de algún Santo.

Luego creó la Santa Inquisición para castigar a los “herejes” sometiéndolos a fuertes dosis de tortura hasta provocarles la muerte.

Y aquí es donde empiezan las contradicciones. Por una parte mando quemar los viejos Códices aztecas con el fin de no dejar rastro de la memoria histórica precolombina. Pero al mismo tiempo, incitó a algunos compañeros de la Orden franciscana a estudiar dicha historia, como Fray Andrés de Olmos, gran filólogo además que nos dejó su apreciada “Gramática de Lengua Mexicana”, o el más grande conocedor de las “cosas de la Nueva España” Fray Bernardino de Sahagún, fundador por instrucciones de Zumárraga del Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco, en donde se instruía a los descendientes de los nobles indígenas.

Otras de las fundaciones importantes de Zumárraga fue la (traer y establecer ) la primera imprenta en América, instalada por supuesto, para producir literatura eclesiástica.

Y fundó también, este fraile “malévolo”, la Real y Pontificia Universidad de México, que tras varios siglos y mutando de nombres se convertiría en lo que viene siendo la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En esa época en la que el sincretismo cultural estaba en su apogeo, Zumárraga fundó el Colegio de San Juan de Letrán, también creó el primer Hospital llamado “El amor de Dios” y por si fuera poco la primera biblioteca pública del nuevo continente en el Convento de San Francisco.

Este Fray Juan de Zumárraga es el principal personaje de la aparición de la Virgen de Guadalupe pues el supuesto Juan Diego le entrega las flores de Castilla como comprobante del milagro.

Lo curioso es que ni en sus memorias ni en ninguno de sus libros, Zumárraga menciona la historia de las famosas apariciones en el Tepeyac. ¡Cómo se le pudo haber olvidado un acontecimiento tan importante carajo!.

Acusado de ser despiadado con lo de la Inquisición, intentó dejarlo todo y largarse a China; no se le hizo. Se quedó en la Nueva España y aquí murió en 1548.

Está sepultado en la Catedral de la Ciudad de México, en la Cripta de los Arzobispos, a estas alturas nadie se acuerda de él, ni nadie le reza ni le llevan rosas, aunque sean por lo menos unas de Castilla.

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