lunes, 24 de septiembre de 2018

“DEBO NO NIEGO; PAGO LO JUSTO”


Teresa Carbajal

El método Kívac

Hace unos días tuvo lugar en conocido hotel de la ciudad, una presentación del método Kívac como le denominan sus promotores a este plan vacacional de prepago.

El “gancho” para atraer a los interesados y potenciales clientes fue enseñar y ayudar a los asistentes a planear sus espacios vacacionales a través de “puntos”, que podrían ser canjeados por descuentos, promociones y beneficios extras por programar con anticipación una salida con fines de descanso y recreación. 

La ventaja del plan vacacional al ser de programación (y pago) anticipado permitía obtener descuentos de hasta el 30% según se dijo. El planteamiento no era malo, finalmente planear con anticipación es una de las recomendaciones básicas de la educación financiera para obtener mejores precios y mayor calidad en los productos.

Sin embargo la forma de operar de los vendedores de ese anhelado sueño de vacacionar es lo que me parece inapropiado y para tener cuidado. ¿A qué me refiero? En principio los ofertantes de Kívac te piden acudir a la plática informativa llevando contigo la tarjeta de crédito y un acompañante.

El día de la cita, a la entrada del lugar se encuentran los encargados de la recepción de los asistentes, y lo primero que debes contestar es un interrogatorio en donde les hagas saber tu ocupación, nivel de ingresos mensuales, número de cuenta bancaria y si cumpliste con el primer requisito: llevar la tarjeta de crédito.

Enseguida eres transferido con un promotor de trato muy amable que comienza a explicarte los hoteles con los que cuenta su cadena, los lugares en donde estos se ubican así como las fechas y temporadas en que tienen mejores precios.

Después se presenta otro promotor, quien te pregunta si te ha interesado la información y si les comprarías el producto vacacional, ahí comienza  la segunda etapa de la reunión; esta persona te da conocer el precio de todo lo que te ofrecieron anteriormente, indicando cifras que superan los cien o doscientos mil pesos eso sí, te da opciones de un pago mensual, y el costo de un porcentaje por “cobranza”. 

Comienzan entonces a presionarte para que aceptes, y firmes la autorización del cargo automático a tu tarjeta de crédito, pues te argumenta que la promoción solo será válida por ese día.

Presionarte para que aceptes en ese momento, algo que ni siquiera has reflexionado, comparado, y valorado rompe con cualquier sana práctica comercial, y por supuesto no debes aceptarlo. Los cuestioné entonces sobre si contaban con contrato registrado ante la Profeco, si podía revisarlo, y cuantas quejas y sanciones habían recibido por operar con ese método, evidenciándose entonces la molestia del vendedor quien dio por terminada la reunión…

Al retirarme advertí la gran cantidad de solicitudes firmadas que habían recabado ese único día, y me pregunté, ¿cuántas personas de los asistentes firmaron sin pensar y bajo presión? Superando su capacidad de pago.

¡Pregunte, es mejor tener dudas que deudas!

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