martes, 17 de julio de 2018

EDITORIAL

CUANDO LOS ZAPATOS QUEDAN GRANDES



Juan Manuel Rivera González es el presidente municipal de Banderilla, quien desde antes de llegar a asumir su responsabilidad, dio muestra de incapacidad para gobernar.

Su carente imagen, dificultad para comunicarse, dificultad para expresarse en público, dificultad para movilizar a las masas, fueron inmediatamente los elementos que lo diferenciaron de su inmediato antecesor, hacedor, impulsador y además, de quien recibió la confianza para mantener el paso a que venía creciendo Banderilla al menos desde el 2014.

Algunos mencionan que Rivera González mostró el cobre desde que fue tesorero municipal, ya que su forma prepotente, altiva, ajena, deshumanizada, con que trató al propio personal municipal, más aún a los externos, fue el foco de alerta que se prendió cuando se supo que "era el proyecto" que pretendía, al menos en la teoría, "consolidar" los resultados obtenidos en 4 años de Gobierno Municipal en el periodo 2014-2018.

Sin embargo los momios no se equivocaron. Hoy apenas a 6 meses de un "Gobierno" que está programado para 4 años, la catástrofe se ve cada día más cerca. Pocos elementos humanos luchan por sostener el tren de trabajo al que se habían acostumbrado los habitantes.

Quizá la muestra más clara del fracaso de un fallido liderazgo social ha sido la elección del 1 de Julio, en la que el Partido en el poder perdió por primera vez de forma estrepitosa.

Lejos quedaron aquellas magnas concentraciones humanas, como la que el mismo Juan Manuel Rivera saboreó en su cierre de campaña en la Casa del Campesino, en la que el entonces Presidente Municipal abarrotó al grado de colapsar aquella zona de Banderilla.

A cambio, ya como alcalde, Rivera González no logró reunir ni a 300 personas en un campo abierto en donde su maestro llegó a pedir el voto.

Los focos ahí ya no se prendían en ámbar, se prendían en rojo y sin embargo se esperaba que "el chamaco" como muchos le dicen al fallido alcalde, sacara la casta y demostrara que sí tenía capacidad de operación, ya que de Gobierno, había dejado clara su ausencia de conocimientos.

Pero no. Falló estrepitosamente echando por tierra un proyecto a largo plazo construido en base a mucho esfuerzo de muchas decenas de empleados que dejaron 4 años de trabajos muy arduos, a veces de casi 20 horas diarias.

Dice el dicho que lo que no cuesta, se hace fiesta. 

A Juan Manuel Rivera no le costó llegar a donde está. Por eso simplemente le vale madre lo que pueda pasar mañana...

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